¿Qué tiene que ver el dolor con el género?
Mucho.
El dolor en las mujeres es abordado y tratado aún hoy como un estado emocional y no como consecuencia de un padecimiento orgánico. Lamentablemente desde un sesgo de género .
El 18% de la población mundial padece algún tipo de dolor crónico y 2/3 son mujeres. es decir que unas 67 MILLONES de mujeres en el mundo tienen dolor y, el caso de la fibromialgia o fatiga crónica el porcentaje sube a 94,8%
La tendencia inmediata es a prejuzgar de forma equívoca que es una cuestión cultural, de carácter, incluso con la tremenda fracesita de ser el «sexo débil» cuando en realidad las estadísticas muestran lo contrario…
Cuando un hombre se acerca a consulta con un dolor se le suele tomar más en serio y se le hacen una serie de estudios sin pensar a priori que se trata de un desequilibrio emocional o es un «quejicas».
Nos arreglan con pastillas.
Cabe destacar que desde hace muy poco hay mujeres en los ensayos clínicos de medicamentos. Somos biológicamente diferentes y a la hora de recetar no se tiene en cuenta el grado de absorción, metabolismo y otros factores que estudia la farmacocinética.
Muy al contrario y sin investigar el origen del dolor, a las mujeres se les recetan EL DOBLE de psicofármacos y en mayor dosis en una primera consulta. Sencillamente se intentan «liquidar» los síntomas emocionales que el mismo dolor provoca, que no son causa sino efecto.
Las mujeres tenemos menos receptores para las endorfinas (hormonas que atenúan el dolor) diferente modulación de la recaptación de serotonina (la hormona antidepresiva) y desniveles de estrógenos de forma cíclica.
Las hormonas y neurotransmisores son diferentes entre géneros.
¿Tod@s tenemos las mismas 24 horas?.
Aún hoy las horas de descanso efectivas son indirectamente proporcionales a las responsabilidades y multitarea.
El trabajo, sobre todo la «agenda mental» sigue sin estar bien repartidos.
Una persona con dolor tiene que limitar su actividad y en general es la de ocio, porque descansa en su tiempo libre en lugar de pasear y divertirse para poder afrontar su larga lista de actividades diarias.
Siente la presión social de estar magnífica con un cuerpo atlético cuando apenas puede levantarlo de la cama, vive con ese malestar que le impide descansar bien, teme por un futuro que le agregará los condicionantes de la edad y a veces se ve obligada al aislamiento social por la incomprensión de quienes no viven con ese lastre…
El desánimo, la ansiedad, la sensación de impotencia, incluso de frustración son «efectos secundarios» a su lesión o enfermedad.
¡y no siempre son la causa!
Es mejorando tu cuerpo como esas emociones mejorarán.
Cuando el dolor disminuye tu ánimo sube en mayor proporción.
Asegúrate de trabajar tu cuerpo de modo que no aumente el dolor ni la fatiga, que desintoxique tus músculos y te proponga fabricar muchas más endorfina y serotonina naturales que funcionan como excelentes analgésicos y también aumentan la sensación de felicidad.
María Tizado.
Foto de Anthony Tra
