Ay, el amor!
Estos días envié un mensaje por WhatsApp a personas amorosas, pues doy 2 gatitas en adopción y me encontré con una respuesta que se repitió muchas, muchas veces.
«No quiero más animales pues sufrí mucho cuando se murió (…mi gato, mi perro) y no puedo pasar por eso otra vez»
Esta respuesta me dio mucha tristeza y me hizo reflexionar.
Y la pregunta que me surge es
¿Cuántas veces nos negaremos a amar profundamente por miedo a sufrir?
Nos morimos. Eso está claro. Todos. Sin duda.
Durante nuestra vida se morirán nuestros bisabuelos, abuelos y padres antes que nosotros -ojalá nunca sea al revés-, y nuestras mascotas antes que nosotros.
Perderemos amigos humanos y animales.
Se romperán relaciones de años o de meses, atravesaremos traiciones y abandono, sin excepción.
A veces, unos meses después, aparece el dolor físico como exteriorización del dolor emocional y, si no resuelves, no se irá.
La vida trae consigo la muerte. Es la única ley de vida que se cumple a rajatabla. Todo el que viene, se va.
Lo sé, lo sé, me dirás.
Pero en mi largo recorrido he visto a muchas personas que abandonadas o traicionadas por sus parejas no han vuelto a relacionarse con nadie más.
Muchas personas que a la muerte de sus padres se fueron de la VIDA en mayúsculas tras ellos, sumidos en la tristeza permanente.
Viudas y viudos eternos que cerraron su corazón a la alegría, como si ésta fuera una falta de respeto al fallecido.
Personas que siguen llorando a su gato o su perro eternamente, recordando sólo el dolor de la pérdida y no la alegría cotidiana, el rabo a toda velocidad, el ronroneo, esa carita de alegría que adivinamos cuando nos ven.
«Como se honra a los muertos es viviendo» decía Bert Hellinger.
Morir con tus muertos no los trae de vuelta.
Estar triste más allá de la etapa de duelo, tampoco.
Las personas o mascotas nuevas nunca reemplazarán a la anterior. Son otra.
Algo nuestro se muere también cuando un ser querido se va.
Y también algo nuevo nace, si lo dejamos.
El dolor por la pérdida es inevitable, pero si el sufrimiento permanece y te atemoriza volver a amar, eso… eso es un problema.
Te deseo que te des permiso para volver a abrir tu corazón, recibir los pequeños instantes mágicos de la vida, ese rabo que se menea de alegría, ese frotarse entre tus piernas o ese abrazo sincero que une los corazones y los expande haciendo tu vida más rica, más apetecible, más limpia.
Un abrazo
María
Gracias.Muy lindo
Para poner en práctica en la vida!!
Una gran realidad gracias
Gracias Cristina! A amar todo lo que se pueda, que la vida es el camino, no la meta
Gracias muy cierto para empezar a vivir
Gracias por tu comentario!! La vida es nuestra y está a nuestra disposición. Cuando la tomo, ella y nosotros estamos mejor 😉